Sorprendente Zaha. En sus manos la arquitectura parece estar más a tono con el estado de arte de otras industrias. Sus edificios no tienen aleros, parasoles, ni goterones … Todo se resuelve en una piel continua, como en los autos último modelo donde los paragolpes, las ópticas y las manijas ya no se perciben como elementos independientes si no integrados a una forma. Así han conseguido, con un buen uso de la técnica, autos de diseños más aerodinámicos y confortables. Me cuesta entender cómo a estos autos, aun yendo a alta velocidad, no les entra una gota de agua. Y nuestros edificios, que por lo general no se mueven, frecuentemente se llueven.
Con el manejo de la técnica, Zaha hace cada vez más lo que quiere. Esta vez en Guangzhou, China, un auditorio para 2.200 espectadores sobre el Río Perla. Pero Zaha no tiene un pelo de zonza y sabe cuándo el programa manda y en qué lugar puede explotar su frondosa imaginación.
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